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Un divorcio mascado

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                                Capítulo XV

       Cuando amaneces con una enorme picadura de mosquito en el centro de la frente, te acuerdas de toda la familia del bicho. Tenía un bulto rojo, que picaba horrores del tamaño de una moneda de veinte céntimos y que por muchas cremas que me pusiera aquello no había manera que disminuyera.

       A pesar de mi cara hinchada me fui para el Juzgado para acompañar a unos clientes a la ratificación de su Convenio Regulador de Divorcio. Se habían casado muy jóvenes y separado a los tres años dejando pasar el tiempo sin regularizar su situación. La verdad es que se llevaban bastante bien.

       Al verme con la hermosa picadura en la frente el chico bromeó con que parecía que los mosquitos habían jugado esa noche a hacer diana en mi cara. Mientras esperábamos a que nos llamaran me contaron una anécdota que les había pasado en unas vacaciones en Ibiza. Ellos acostumbraban a hacer nudismo y un día tomando una siesta bajo un árbol  cerca de la playa, no se dieron cuenta de que estaban muy cerca de un avispero.  Despertaron con varias picaduras de avispa, lo más curioso es que a él le picaron en un testículo y a ella en la vulva. La excursión terminó en urgencias ante el agrandamiento excesivo por la inflamación de las partes nobles de ambos. Nos reímos, pero aún recordaban con gran dolor aquella experiencia.

       Se veía que existía gran camaradería entre ellos y que las circunstancias de la vida les había llevado por caminos diferentes. Ella sacó un chicle y me lo ofreció, yo lo rechacé dándole las gracias y me levanté para ver cómo íbamos de hora para entrar.

       Al regresar me los encontré cogidos de la mano pasándose el chicle mascado de boca a boca .

– ¿ Estáis seguros de que queréis divorciaros?, pregunté.

– Si, dijo el chico. Pedí el divorcio porque me caso en cuanto salga la sentencia y pueda arreglar los papeles.

       Pude notar un breve destello de tristeza en los ojos de ambos por lo que pudo ser y no fue.

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